Hace algunos años salí con una mujer con un cuerpo muy curvilíneo y voluptuoso. Del tipo de chicas que cuando vas en la calle la gente se da vuelta a mirar, ya sea por asombro, por perversión o envidia.
Recuerdo haber tenido muchas conversaciones donde ella me alegaba porque la gente la catalogaba de “calienta sopas” (término que en mi país se refiere a una mujer que busca tentar a los hombres sólo por entretención), o hasta de puta por vestir lo que vestía, por tener el cuerpo que tenía, por caminar como caminaba, entre otras cosas.
Lo curioso es que en una de dichas conversaciones le dije que todos somos responsables de cómo nos ve el resto del mundo, afirmando que si no quería que la vieran así, que la juzgaran así, tenía que dejar de usar la ropa que usaba y dejar de caminar como caminaba, en otras palabras, tenía que dejar de ser como era y vivir como quería para que los demás la vieran como se suponía que “debían” verla.
Esa noche entendí lo equivocado que estaba.
Después de una larga y acalorada (me gané más de un insulto) discusión donde cuestioné no sólo mis valores, sino también mis creencias personales y todo lo que éstas implicaban en mi forma de mirar al mundo y en específico a las mujeres; me fue imposible negar que vivimos en una sociedad machista, sea por razones históricas, físicas, biológicas, tiránicas, etc, nuestro mundo es un mundo machista en el cual la mujer es más un objeto que una persona, donde la figura femenina está “al servicio” del disfrute masculino, donde si una mujer usa un escote muy grande o ropa que se ajuste a su cuerpo significa, sin espacio para otra posibilidad, que quiere tentar a los hombres, que quiere exponerse, que es suelta y que es culpa de ella que la cataloguen de puta, fácil, “calienta sopas” o el adjetivo que quieran utilizar.
Eso está mal. Lo entendí esa noche cuando mi pareja me decía que no iba a dejar de usar vestidos o faldas porque la gente la considerara una suelta, que no iba a vivir incómoda por haber nacido voluptuosa porque en la calle la juzgaban con ojos envidiosos o libidinosos, no era su responsabilidad haber nacido mujer, era culpa mía, del mundo y la sociedad el juzgarla por vestir como vestía, ser como era, caminar como caminaba.
Brasil
Hace unos años leí un artículo que no hizo más que convencerme de lo ciegos e idiotas que podemos llegar a ser los seres humanos. En Brasil un estudio realizado por el Instituto de Investigación Económica del Gobierno (IPEA), concluyó que el 65% de las personas encuestadas (de ambos géneros) estaban de acuerdo en que las mujeres que mostraban mucho MERECÍAN ser violadas, no, no es broma, merecían ser violadas. Más grave aún, la encuesta también arrojó que más del 58% aseguró que si “las mujeres supieran comportarse habría menos violaciones”.
Pese a que es un caso en particular, no me sorprendería ver resultados similares en gran parte de los países de nuestro planeta.
Es fácil ignorar esto y hacer como si nada pasara, pero cuando tu trabajo consiste en fotografiar mujeres que “muestran mucho” es preocupante saber la visión básica y ridícula que puede tener la sociedad ante estas imágenes. La mujer no tiene la culpa por querer disfrutar su cuerpo capturándolo en fotografías, no tiene la culpa por nacer curvilínea o voluptuosa, no es la culpable de que su cuerpo sea visto como objeto publicitario y sexual, que la hagamos responsable de todo lo anterior habla de lo ciega y egoísta que es nuestra sociedad actual, y de lo cómodo que es para nosotros echarle la culpa a las mujeres para evadir nuestra responsabilidad como comunidad, como seres humanos.
Hacer lo anterior es lo mismo que enseñar a «no ser violada» en vez de a no violar.
Yo apelo por el respeto a mis modelos y a todas las mujeres que quieran sentirse libres con su cuerpo, sea de la forma que sea. A veces es bueno mirar un poco más allá de nuestra nariz y darnos cuenta que juzgar es fácil, culpar es fácil, lo difícil es hacernos responsables de un cambio que debe nacer de todos como sociedad, tanto hombres como mujeres.
2 respuestas
Excelente post! 👏🏼👏🏼👏🏼
Muchas gracias!